Ayer leí en un homenaje a Unamuno en el Ateneo de Salamanca este poema que había escrito en 2012, para otro homenaje.
Mi primer contacto con Unamuno fue a través de sus nivolas, algunas de las cuales he trabajado en clase con alumnos de literatura. Este poema imagina un segundo final de Niebla. Después de que Unamuno habla con Augusto, ya muerto, en sueños, Augusto decide volver y explicarle a ese Unamuno personaje-autor cómo se vive en el mundo de los "eternos".
AUGUSTO DIXIT
Siéntese, Señor,
acaso con las sombras del ocaso
su cuerpo terminará en una niebla
y yo he regresado a recordárselo.
Su Dios poeta ha creado
el mundo que su pluma aún
dibuja.
Sancho Panza dirige este
cotarro,
soñando que es la ínsula de
su amo.
Su Dios, con temple y
caligrafía
le deja seguir soñando que
usted crea,
redimiendo con sus hilos la
agonía
de una España que se muere
en infinitos círculos
concéntricos.
Hoy soy yo, Augusto, quien
le habla,
mañana será Don Manuel o
Don Sandalio,
ya que, en el mundo que
usted ha modelado
la llegada de Don Miguel esperamos.
Poetice usted en esa
espera,
poematice, que Dios es ese
autor sumo.
Y cree, o sueñe que crea,
hasta llegar a este nuestro
mundo
de los que, eternamente,
somos vivos.
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